EL MURO



La primera vez que vi tu nombre fue allí, fotografiado en un muro, y no fue tu nombre lo que me atrajo, los nombres son etiquetas, superficies, que no me dicen nada por si solos. Lo que me sedujo fue la frase que vos firmabas, era conmovedora, poética, y se me metió hasta muy adentro, allí donde a veces no le podemos poner palabras para explicarlo.

Al final di con el muro, tuve que marchar a otra ciudad, a unas nuevas coordenadas, me llevo meses encontrarlo, y lo primero que hice fue trepar por él hasta llegar a tu firma, a tu nombre, a ver si tocándolo, oliéndolo, sacaba alguna pista de quien eras, quien podías ser, la gente me miraba como loco, hasta que llegaron los de siempre, con sus porras, con su licencia asquerosa que les da el poder, para desmantelar mi ilusión de encontrarte. Me dolió, sobre todo en un par de costillas, como pegan los hijos de puta, lo único que saben hacer, malditos milicos como diría un amigo mío, que de eso sabía mucho, porque allí en su país primero Videla, y luego otros jodieron una nación.

Pero no me rendí, aunque ya no trepaba por el muro, por solidaridad con mis costillas, todos los días me acercaba a él, a ver si encontraba una huella de vos, una pista que me llevara a ponerte rostro, manos, cuerpo, y si vos quisieras a acariciarte para comprobar todo lo que me imaginaba mientras intentaba descifrar quien había detrás de ese nombre.

La poca plata que retenía conmigo se me acababa, invente algo para atraer el dinero, porque el dinero si uno quiere se atrae, solo que como todo hay que aprenderlo, pero más que aprenderlo, creerlo, desearlo de verdad. Porque no se puede creer sin desear en lo que se cree. Así que alargue mi estancia, porque creía que daría contigo, incluso ya había inventado historias de vos sin conocerte, porque la imaginación es así, así de traviesa, si la dejas andar sin correa, libre como el sonido del viento.

Hasta que un día no fue en el muro, fue a la vuelta de una esquina, me cruce con vos, y lo supe al instante, y no pude reaccionar de otra manera, agarre tu brazo con fuerza para que no te me escaparas, y dije tu nombre, es decir el del muro, y me miraste entre sorprendida y furiosa, y me preguntaste quien era yo y que quería, y te dije, una respuesta, solo quiero una respuesta. ¿Tienes tiempo para dármela?, Tiene que ser ahora respondiste, sí, te dije.

Te lleve al muro, no estaba lejos, pero se nos hizo eterno, dos extraños, y tú que me mirabas con recelo, curioso que jamás note miedo en ti, cualquiera lo hubiera tenido, incluso es más hubiera sido lo lógico, pero se ve que aprendiste a vencerlos o a huir de ellos. Una vez en el muro te lo pregunte, ¿Tú escribiste esa frase?, un sí rotundo y claro me respondiste, y yo te dije, te andaba buscando hace mucho tiempo, si quieres vamos a tomar un vino y te lo explico todo, pero.... ¿Es urgente? No, me dijiste. Entonces eso puede esperar, no te preocupes, ahora resolvamos lo que ya espero demasiado tiempo, el que te conociera y tú descubrieras porque.

Ahora meses después, mientras termino de exprimir el zumo de naranja y espero a que te despiertes, todavía me gusta acercarme al muro y leer tu frase, tu nombre.

1 comentario:

  1. Ufff, increíblemente encantador!
    No te rendiste, y quien no se rinde obtiene lo que busca, lo que persigue. Tal vez ella también sabía quién eras. Quién sabe.
    Ahora espera tu zumo. Ahora te espera a ti.

    Besos... y besos.

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