LABERINTOS

Hay quienes se empeñan en etiquetarnos de locos borregos, de autistas de la realidad, de inútiles desamparados, y yo por más que les escucho no les niego su intento de sabiduría de magazine semanal, al fin y al cabo si algo nos enseñaron a golpes de telediario, es dictar juicio ajeno, y joder al prójimo en pos de unos intereses de castillos de arena.

Por eso cada vez que me perturba el mundo con sus códigos moralistas de ideas que hace tiempo que se quedaron obsoletas, cada vez que tengo ocasión, en aquellos compases que vibra más la emoción de lo que ellos puedan llegar a respirar, grito, chillo, el despertar de un presente que se nos escurre de las manos, ¡Cuanta belleza nos perdemos en cada instante que pensamos en cuanto nos jodieron los malditos problemas que nos dejo este mundo de mierda!

Es ahí mientras me ves bailando cuando hay tráfico en los semáforos, y todo se vuelve daltónico, que cante en el incomodo silencio que se aprieta todas las mañanas en las estaciones de metro, y al andar por las calles me miren raro porque doy dando pasos en forma de rombo, y es entonces cuando no lo puedes evitar y me sonríes diciéndome que chalado que estás, así me gustas más.

Déjame entrar en tu laberinto, de pisadas angustiadas por temor a un mañana que nos convencieron que pensáramos que nos hará daño, cuanta farsa, cuanta telaraña, no te das cuenta, si que existe una salida, no tenemos que huir, no se trata de eso, matemos juntos al Minotauro y veras que fácil resulta luego. Todo, todo se volverá más claro...

Ya nada volverá a pesar tanto, la densidad de las palabras se volverán centesimales, y no nos costará pasar el tiempo haciendo lo que queramos, al carajo las dudas inútiles, los disfraces de todos los días, los edificios y oficinas grises que nos perturban el sentirnos bien, por eso deja lo que estés haciendo en este momento, ¡Salta ya!, que el Minotauro está muerto. Allí siguiendo las baldosas amarillas que se encuentran debajo de tus pies te llevaran a la salida. Afuera te estaré esperando entre naranjos con una copa de vino y un racimo de uva que saque de la sangre del Minotauro, todo se transforma, nada tiene porque ser malo para siempre, luego más tarde iremos a la proyección de la tarde, entre las laberínticas calles que cubren el casco viejo, ahora lo sabes, jamás nos perderemos, abrieron ese viejo cine que habían derruido para nosotros dos, y cuando termine la película me dirás sin esperarlo, no cambies, jamás me dijeron algo tan hermoso.

2 comentarios:

  1. NO CAMBIES.
    No dejes de escribir, amigo.
    Un abrazo tan enorme como tus letras.

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  2. Y lo repito: no cambies, sigue deleitandonos con tus escritos. Un abrazo

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