Teníamos la oportunidad de ese
momento justo que puede medirse en un reloj de arena, en el eco que dejan los
buenos momentos, yo acurrucándome a tu cuerpo desnudo y pensando esto es lo que
dura un mundo.
Anestesiar al tiempo, posponer
el después encerrándolo en un tarro de cristal, encontrarnos con los labios que
leyeron todo lo que sabían del amor y del sexo en poemas que recordaríamos poco
a poco en las formas geométricas que irían corrigiendo nuestros cuerpos.
Claro que todo hubiera sido
posible, si mientras terminabas de morder el cucurucho, hubiera hecho caso a lo
que creía que me estaba diciendo tu paraguas de color rojo, hubiéramos salido
de ahí corriendo, algo así como en las películas que te comentaba que me gusta
ver las noches de tormenta, pero todo este simulacro del infinito se lo llevó
las gotas de lluvia, mientras el tiempo pasaba en esa terraza incandescente
entre palabras que se preparaban para una larga despedida (las que son para
siempre) quedando en el vacio lo que pudieron haber sido esas seis horas.
Saludos y gracias
http://www.youtube.com/watch?v=dpGpG_0xu1Q
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias por el video:)
EliminarUn saludo
No hay que dejar pasar la lluvia...
ResponderEliminarUn abrazo