EL HOMBRE QUE INVENTÓ EL MIEDO



He visto sudar las manos del miedo, se agrietaban por los nudillos, y envejecían de la misma manera que los grises que difuminabas con la plumilla en aquellas laminas que reflejabas a tu manera los días de después del apocalipsis.

Salpicaban con spots publicitarios los miércoles que bajaban las tarifas de los taxis que cogías para que te llevaran lo más próximo posible al final del calendario, y aunque aquello no iba contigo, hubo uno de esos taxistas que se llevó su vida en su coche con la licencia en orden, cuando lo precipitó por el muelle de carga número cinco, jamás encontraron su cuerpo en el océano, había quien decía que se lo había tragado un gran pez, otros decían que como no habías llegado a la cita que acordasteis aquello le llevó a la enajenación, ya ves cosas del amor, y otros que fue porque su último pasajero fue el hombre que inventó el miedo, pero como te decía que más te da, eso no va contigo.

Y ahí estás tú, diciéndome que me calle que hablo demasiado, que te gusto más cuando me quedo mirándote hasta que te das la vuelta para que no vea cómo te sonrojas, y me repites no lo olvides, nacemos para morir, pero primero vivamos, quizás por eso me agarras tu mano, y me la acercas a tu pecho, y me dices acaríciame, así estaremos hasta que llegue el día que comiencen a cuartearse nuestros nudillos.

Saludos y gracias 

1 comentario:

  1. Me has despertado la intriga sobre el cuerpo del taxista...
    Si se duerme asi que importan los nudillos
    Un abrazo

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