ESTALLIDO SOCIAL EPÍLOGO



Era ya por la mañana, incluso se había abierto en dos el mediodía, no sabía en qué hora estábamos, la noche se alargo de tal manera que perdimos la consciencia del tiempo,  me había levantado de la cama, dejándote dormida como una niña, y me había dirigido al salón para ver la vida pasar a través de la ventana, Bach y Margot dormían en la otra habitación, Verónica acabó yéndose a su casa, y el boticario estaba echado en el sofá, te acercaste envuelta en el edredón, sabía que debajo tan solo llevabas unas bragas, lo suficiente para excitarme, Libre te acompañaba, desde que conseguimos calmarlo ayer por la noche decidió no alejarse de ti, estar a tu lado, todavía no sabíamos si para sentirse protegido o para ayudarte a que tú te calmases también.

-No hacía falta que te levantases- Tu mano buscaba nubes entre mi pelo.

-Te echaba de menos, no quiero aprender a despertarme y no poder encontrarte.

-Supongo que tendremos que volver a empezar en cierta manera.

-Reinventarlo todo otra vez, pero en el fondo no era eso lo que queríamos, ahora es como si ya tuviéramos delante la excusa perfecta, la misma que nosotros hubiéramos buscado, incluso provocado, porque en el fondo y lo sabes lo que deseamos es volver a conjugar la acción de inventar, y cerrar con llave la cotidianidad, la rutina, lo que a veces nos cansa y nos hace sentirnos más viejos de lo que somos.

No hacía falta decirlo, lo sabíamos los dos, con  tu mano acercándose a la mía, al tiempo que lo hacían tus labios, y Libre por medio, como mostrándonos que estaba ahí, que formaba parte de nuestro ecosistema que nos hacía sentirnos liberados de la opresión que nos cegaba, buscaba nuestras caricias, eso, esto, el teneros a mi lado, el tenerme a vuestro a lado, era lo que hacía que todo siguiese vivo y mereciese incluso más que la propia curiosidad el seguir hacia delante.

-Ponte algo, vístete rápido, y salgamos afuera, además Libre lo necesita y nos vendrá bien- Te decía, mientras tenía planeado coger el abrigo y la correa. Libre pareció intuirme y se puso a mover la cola sin cesar.

Dejamos al boticario, a Bach y Margot durmiendo, salimos afuera, incluso parecía que el sol había encontrado un hueco esa mañana entre tantos grises, y ya a la altura del parque donde Libre disfrutaba olfateándolo todo, y con el contacto de la nieve, paseando agarrada de mi brazo, me preguntabas, y ahora qué, en serio ahora qué, te respondí, no es necesario que pensemos en eso ahora, sonreíste y nos besamos, sentimos que era el comienzo de algo que llevábamos tiempo esperando.

Saludos y gracias

2 comentarios:

  1. Siempre la luz del día anuncia la nueva oportunidad, lo entendi como una analogia
    muy bueno
    Abrazos

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    1. Gracias por pasarte por aquí,leer todos los capítulos y comentar.

      Abrazos

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