ABRIL



Batas blancas, azules, agua por el suelo, su origen detrás de la puerta de un cuarto de baño con un olor que estremece. Sirenas que aparcan delante de un letrero de neón que pone con letras mayúsculas urgencias. Aquí huele a hospital, todos están enfermos, ¿Qué hemos hecho mal?

Matizas que sigo sin aprender a remangarme bien las mangas de las camisas, y lo apoyas con un ven aquí y me dejo hacer, dejo que hagas, con esa sensación de que si el viento tiene color, es el de tus ojos.

Una madre que corre detrás de su hija para abrazarla una última vez antes de que se haga mayor, para sostener una vez más entre sus brazos esa inocencia que se evaporará tarde o temprano, unas madres que sueltan a sus bebes en una carrera sobre el parquet del Madison Square Garden de New York, como si fuesen galgos que solo sirven para eso, para correr, para nada más, y tú acusatoriamente me preguntas el porqué veo esas cosas.

- Yo solo veo el partido

Madrugada tardía, te acercas llevando únicamente puesta la camisa de los Knicks naranja, hace tiempo que la azul se quedó centrifugando en una lavadora del pasado. Es inevitable, tus piernas desnudas se sientan sobre las mías, mis manos buscándolas y la erección.

Fuera, cuando no llueve sobre mojado dicen que es abril, ese lugar donde se enamoran los perros y los caracoles, ¿Por qué no vamos allí?

Saludos y gracias.

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