EL MUNDO AL REVÉS



En un mundo al revés los falangistas serían republicanos y los republicanos falangistas. Eso no me gusta nada, mejor que los malos sigan siendo malos. Las putas serían princesas y las princesas putas. Eso me parece más justo, ya me imagino a la infanta Elena llorando entre bastidores porque se acaba de follar a un tio asqueroso a cambio de cien euros. Los de izquierdas serian de derechas y los de derechas serían de izquierdas. Esto tendría su parte buena, porque como hace años que la izquierda murió, entonces no habría nadie de derechas y por lo tanto la derecha desaparecería ¡Al fin! Y solo nos quedaría la izquierda. Los ricos serían pobres y los pobres serían ricos. Es decir obtendríamos un mundo más justo y mejor. En África haría frío y el centro de Europa sería un horno. Los Japoneses serían altos, y los altos bajos. Quizás los homosexuales se convertirían en heterosexuales y los heterosexuales en homosexuales. ¿Y que les sucedería a los bisexuales?. Las gordas serían guapas, y las flacas serían feas. Llevar tetas postizas resultaría anti estético y se las llevaría al natural, es decir mejor caídas que bien puestas. El pene pequeño se subastaría a buen precio, y el pene de Roco no lo querría ni su madre. Si quisiéramos irnos de fiesta ahora nos iríamos a las Iglesias, las nuevas discotecas. Estaría bien visto la poligamia y ser promiscuo sería la nueva moda mundial. A las mujeres les gustaría más que les dieran por el culo que por delante, y los hombres serían ahora los complicados. Habría una transmutación de valores, y por lo tanto se dejaría de matar por placer, y de matar. De humillar a los demás, de explotar al prójimo, la violencia en todas sus clases se evaporaría, los animales tendrían derechos, y la gente pensaría en común, sería solidaria, mandando por lo tanto al egocentrismo por el retrete. Los cristianos serían musulmanes, y los musulmanes cristianos y los budistas vete tú a saber, ya no existiría muro de las lamentaciones y como se habría perdido la fe en Dioses inexistentes y estúpidos las religiones perderían su sentido y lo que se llevaría sería ser ateo. Los prejuicios estallarían en mil pedacitos y ya no existirían ni fronteras, ni muros que separasen a los seres humanos. En un mundo al revés, sucederían muchas más cosas que me he dejado por el camino y que quizás recupere en una continuación, pero lo que si que queda claro es que cualquiera persona sensata jamás desearía que volviera al derecho.

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