MI CAMPO DE BATALLA



Siento el dolor de la derrota dentro de mis entrañas, ya no me queda ni voz, ni fuerzas para pegar ese último grito de auxilio, para reivindicar lo que una vez fue mío y me despojaron de eso. Ya no me queda nada, o al menos esa es la sensación de abatimiento que me recorre por dentro. Derrota, tras amarga derrota y vuelvo a caer. La misma trampa, esta vez un poco modificada, un poco modernizada, pero al fin y al cabo la misma esencia, y yo que parece que no aprendo. Al hoyo, a que me tiren arena hasta que me entierren y me asfixie, y entonces obligado por la condena que es la muerte sea yo el que acabe arrepintiéndose, pidiendo casi algo a veces peor que el perdón, ayuda. Ayuda a quien te enterró, te humillo, y te saqueo lo que una vez fue tuyo. Que ahora guardan en un gran arcón con llave y de vez en cuando en pequeñas dosis te obsequian con ello para callar tu boca, tus ganas de..............

Mi campo de batalla esta vació, mis generales han partido en retirada, solo quedo yo. Todas mis tropas huyeron, desaparecieron y se cansaron de perder tantas batallas, se olvidaron de luchar. Allí a lo lejos se acercan antiguos fantasmas, viejos demonios, preparados para fustigarme como antaño. Me quedan tres opciones, arrodillarme y pedir pleitesía, pero eso nunca jamás. Prefiero morir de pie que vivir arrodillado. Salir corriendo, huir como hicieron mis generales y mis tropas. Pero con esta opción lo único que logro es aplazar lo inevitable. Tercera y última quedarme a luchar, solo, yo solo contra lo que tenga que venir. Una vez más aprender a sentirse solo, quizás me lo acabe buscando. ¿Dónde se quedo ese vivir juntos y morir solos? Quizás cuando alguna vez alcance el limbo lo entienda todo. Maldita sea, tener que morir para poder llegar a comprender.

Quizás sufro la crisis de los treinta, quizás se me nublo la vista con tanta opulencia, y falsedad empaquetada en bienes materiales. Quizás me acorde que al final que tengo, no tengo nada, o lo que tengo ya no me es suficiente y necesito más pero esta vez no sé donde encontrarlo. Quizás solo me quedan hojas y hojas en blanco, miles de palabras por escribir, algunas de ellas arrebatadas, algunas que otras ya dichas por otras personas, algunas que otras escondidas en subterráneos, callejones sin salida, rincones y esquinas imprevisibles, listas para que sean encontradas. Quizás todo esto es producto de una mutación interior de la cual no soy consciente y quizás me lleve a un estado mayor y deje atrás lo que fui y quería haber sido alguna vez, a cambio de algo que buscaba y sin saberlo finalmente he encontrado. Quizás son las consecuencias de haber dejado la isla del canto de sirenas, y querer volver y saber que no puedo, no puedo, no puedo o al final acabare capitulando.

Mientras tanto mi campo de batalla es cubierto por un viento frío, y de una calma que produce escalofríos preparándose el escenario, todo dispuesto antes de la tormenta que esta por venir. Esta vez no me queda más remedio que dejar caer las últimas lagrimas y recordar que llorar no es de cobardes. Despojarme del miedo, otorgándole tan solo sus últimos diez segundos de vida. UNO, DOS, TRES, CUATRO, CINCO, SEIS, SIETE, OCHO, NUEVE Y DIEZ. ¡YA ESTÁ!. Recordar lo que me llevo hasta aquí, y aceptarlo sin más, volver a creer en imposibles, y por última vez volver a ser el mayor iluso del planeta. Aunque ojalá estuvieras a mi lado, porque con tu ayuda en esta quizás última batalla todo resultaría mucho más fácil.

“El campo de batalla comienza a vibrar, y un grito estremecedor hace estallar en mil pedazos el cielo, produciendo que este comience a arder y miles de llamas que empiezan a caer comiencen a incinerarlo todo. Ya vienen, ya se acercan con gritos que provocan un chirriar con el cual casi te estallan los oídos, hay están, los puedo ver observándolos desde muy arriba. Antiguos fantasmas y viejos diablos se acercan con una furia titánica hacía mi encuentro, hacía la última batalla. Quizás a última hora vengas en mi auxilio”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario