AGENTES DEL MIEDO

Hay gente que da miedo, hay caras que dan miedo. Un miedo al cual no se le puede poner palabras. Explicar. Nace el miedo y se queda para siempre. La única opción pasar de él.

Una de esas personas que dan miedo, me contaba el otro día que había visto un Unicornio negro, y que como el muy hijoputa no se dejaba controlar. La solución fue fácil, sencilla, un hacha a dos manos, y le descuartizo la cabeza. No sé que me quiso enseñar con este hecho, que mensaje me quería vender, lo único que sé que después de eso tan solo le tenía más miedo. El miedo a reconocer la existencia de tanta demencia senil.

La jardinería es una estupidez, no sé porque decía eso, no tenía sentido, mientras estrujaba una planta con sus manos y saltaba encima de otras tantas. La boca se le abría grande, y por momentos, por instantes fotográficos reconocí en él a más de un Uruk Hai. Entonces si que me acojone de verdad. Pero también es cierto que me entraron ganas de clavarle en el estomago las tijeras de podar.

Esto me lo contaron. Y yo lo traslado. Eran él y ella, nunca pongo nombres, no me gustan los nombres. Eso es producto de un algoritmo que no trataremos ahora. Repito: Estaban él y ella sentados al aire libre viendo a una manada de Leones con alas raspando la luna. Algo de una belleza incalculable, asombrosa, mágica. Hasta que un momento así, un momento de esos que son para sostener con las manos eternamente. Llego un tío de esos que dan miedo, no sabes explicarlo pero dan miedo. Quizás sus andares, quizás sus sesos derramándose por sus fosas nasales, quizás sus ideas diluyéndose en sangre a través de las orejas, no lo sabes, pero hay algo que te da miedo. Y encima este en concreto olía mal. A alcantarilla podrida.

Primero le vacilo a ella, ¿Motivos? Los agentes del miedo a veces no necesitan motivos. Son así, actúan así. Violencia, provocación, mucha hostilidad, esas son sus armas, sus mandatos, sus formas, o mejor dicho no formas. Ese es su alimento. Luego paso a él. A vacilarle, a estropearle la noche, a él y a ella. Incluso les zarandeo, a ella le llamo puta y a él cobarde. Cada vez que se reía daba la sensación que perdía un diente. Hasta que sucedió, sucedió algo que tan solo se puede comprobar con la imaginación.

Un León con alas olió, olió ese olor putrefacto que emanaba el agente del miedo, y con un giro ágil, artístico y un descenso rápido acompañado de dos leones más se hicieron cargo del agente del miedo. ¿Qué hicieron con él? No importa. Cuanto más lejos estén los agentes del miedo mejor para el resto.

“El mundo sería mejor sin agentes del miedo” Estaba tomando una cerveza con la persona que dijo esa frase. No podía estar más que de acuerdo con él.

“Los agentes del miedo están por todos lados, en los suburbios, en los bajos fondos, tras trajes de Armani, en las altas esferas del poder, en los callejones más oscuros, bajo la protección de grandes y fachos empresarios, son demasiados, pero no es cierto tan solo aparentan serlo. Son peligrosos, y saben hacer su trabajo. Pero se les puede vencer”. Todo esto lo escuchaba en una conferencia. Y entonces alguien del público tras esa última sentencia “Pero se les puede vencer” pregunto: ¿Y como? Un silencio, un silencio frío y cortante, y un breve oleaje de susurros, hasta que el conferenciante volvió educadamente a llamar la atención y dijo: “No lo olvides, hijo, mejor dicho no lo olvidéis ninguno de vosotros. Los Unicornios y los Leones con alas están de nuestra parte” Yo no sé si eso respondió o no al chaval de la pregunta. Pero al resto si que nos respondió en cierta manera y nos dio mucho animo. Todo se veía diferente. Nos habíamos quitado unos cuantos años de miedo.

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