DETRÁS DE LA PANTALLA

Sabes para mí siempre ha sido el cine como el amigo que no se llega a tener. Allí he descubierto Manhattan dibujado desde la perspectiva de un Woody Allen que te convence con el amor que le desata a ese trozo del pastel. Sentí que a veces hay que saber aceptar las derrotas, y que los héroes no tienen porque siempre acabar con la chica de la película. Con los años ese amigo ficticio, imaginario, te muestra que muchas veces es inútil separar entre buenos y malos, que todo es un juego más complejo, porque al fin y al cabo todos juegan con las mismas cartas, la misma baraja. Todo está demasiado relativizado. Es él, detrás de unas cuantas cervezas el que te enseña las reglas básicas del desamor, la trayectoria inestable que pueden llegar a alcanzar los sentimientos. Y lo fácil que es confundirlo todo, y encontrar la compensación de lo que nos falta en otros renglones irreales, imaginarios, en cuerpos inacabados.

Por eso ahora no recuerdo bien si cuando te desabrochaba el vestido verde porque botón empezaba, y son esas pequeñas cosas las que me da miedo olvidar. Si ahora mismo lo volviera hacer, sé que empezaría por abajo, porque me gustaba sentir tus muslos con el roce de mi mano, empezar por debajo, para luego ir descubriendo cada botón hasta llegar al final y cubrir con mis besos la desnudez de tus pechos mientras tú me acariciabas el pelo. Y una de mis manos te recorría la espalda como una hormiguita exploradora de un territorio nada hostil. Son esas cosas las que a veces sin querer sufren interferencias, y se cruzan por medio otros cuerpos desconocidos que han configurado relatos, que oigo, que siento, que huelo, pero que no provienen de ti, y no puedo hacer nada para evitarlo. Porque cuando la distancia rompe con lo físico, es cuando nos vemos obligados, con más motivo que nunca a dar cuerda a las palabras para que continúen girando el mundo que creamos.

Y ahí te desvaneces...porque me falta que termines muchas frases que yo necesito leer, con sus comas, sus punto y aparte, y los suspensivos, me falta que me seduzcas igual que lo hacías cuando la distancia que nos separaba era la de un suspiro, que me lleves a tu territorio y me enseñes porque botón quieres que te desabroche el vestido verde, porque sino mi imaginación a veces me juega malas pasadas y busca en otras historias, ya sean por escrito, o detrás de la pantalla lo que me gustaría que tú me estuvieras dando y no encuentro, porque la distancia se lleva los botones, el vestido verde, y lo difumina todo....

Quizás ahora entiendas porque las necesito tanto, porque las arrastro conmigo hasta mis propios abismos, porque sin ellas no sería nada. Gracias a ellas reconstruyo lo que quiere romper la distancia, y recupero la arquitectura de lo que creamos cuando ellas no importaban porque nuestros cuerpos se comunicaban con el tacto, la vista, los olores, y los sentidos más primarios. Pero ahora ellas son las protagonistas para vencer todos los demonios que pueden producir dos latitudes diferentes, dos cuerpos que se atraen pero que no se encuentran.

Tal vez ahora entiendas mi deseo infatigable de llegar a ganarme la vida con ellas, aunque me da pánico pensar que quizás así las prostituyera, pero por otro lado, sabes muy bien porque lo has visto muchas veces escrito en mi mirada el anhelo de que ellas fueran mi actividad diaria, mi compromiso constante, mi incentivo. Porque con ellas he aprendido a traspasar fronteras y limitaciones que me imponen las leyes físicas, a sentirme libre en las situaciones más delicadas, a configurar y moldear los desperfectos a mi gusto, a saber que al final da igual si cuando nos volvamos a ver el vestido que lleves será verde, rojo, o color caqui, porque lo importante, lo que nunca podrá arrancarme la distancia es lo que se encuentra debajo de él, el sabor de tu piel, los pliegues de tus pechos, el color rosado de tus pezones, la pasión de acurrucarme a tu lado y dejar que ellas reposen, para dar paso a lo que jamás nos podrán quitar el juego físico de nuestros cuerpos en distancias cortas.

1 comentario:

  1. La distancia y el roce cuerpos. Cosas que no caminan de la mano.

    Un vestido verde, debe ser precioso. Y que te lo desabrochen con esa sensualidad que relatas debe ser mejor aún.

    Distancia, vaya asquete, ¿no?

    Besos grandes.

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