MAPAS DE CARRETERAS

Saca el mapa de carreteras que continuar por esta autovía no tiene sentido, no hay nada nuevo, es una línea recta como cualquier otra. Nos desviamos en Opole, y comenzamos a viajar a través de campos de trigo, allí un poco más lejos, lo suficiente para nunca llegar a tiempo aterrizó la nave de Superman. Paramos en una gasolinera, unos perritos, unas cervezas, y me dices al salir que si me he dado cuenta de que me ha guiñado el ojo la dependienta, que quizás le hubiera gustado escribirme su número de teléfono en alguna servilleta para un mañana de un mundo infinito que no pertenece a este. Tenías razón cuando me contabas lo que te gusta poner tu destino en manos de un volante, y que si la canción durara el tiempo suficiente en tres días nos plantábamos en España, y cuando te escucho no te digo lo que la echo de menos, a pesar de que unos malditos políticos se estén encargando de romperla en trocitos. Finalmente llegamos al lago, un poco de Marihuana para la vuelta, las birritas que quedaban pendientes de ayer y de hoy, y el respirar tan fuerte todo lo que nos rodea antes de que los viejos muros comunistas y el moderno capitalismo nos hagan olvidar a que sabe la libertad. Kalasnhikov vuelve a sonar, una y otra vez, no nos cansamos de escucharla, aunque jamás nos aprenderemos su letra. Antes de marcharnos te señalo a una pareja que se han montado un picnic al borde del lago, y te digo que yo quiero algo así. Sonríes y aunque no me lo digas sé lo que piensas, porque sabes perfectamente a lo que me refiero, tú lo tienes y sabes cómo cuidarlo.

Me deja lo más cerca posible de mi casa, y antes de abrir la puerta pienso que la guinda para un día perfecto sería que al girar dos veces la cerradura, tú estuvieras ahí esperándome, llevando tan solo puesta una vieja camisa que deje olvidada para siempre en el armario hasta que tú vinieras a rescatarla, y tus braguitas de color salmón. Aunque la verdad que a veces ya no sé quién eres, ni tan solo si existes, quizás todo se difumina hasta quedar únicamente la ilusión de lo que me gustaría que fuera. Tan solo quiero a alguien que quiera despertarse a mi lado todas las mañanas y prepararle zumo de naranja. Y que un día de esos que no tienen fecha en el calendario porque no existen, están esperando a que lo descubramos, seamos nosotros dos quienes cojamos el mapa de carreteras y al azar inventemos un nuevo destino, seguro que a mitad de camino encontraremos a Libre para que nos acompañe para siempre, porque yo sé que está ahí esperándonos. Tan sencillo como llegar a casa y contarte lo que me ha gustado viajar con mi amigo.



2 comentarios:

  1. ¡Qué belleza viajar sin rumbo!
    Que bonito encontrarse a alguien al abrir la puerta de casa. Saber que estará esperando dentro tu llegada. O la llegada de Libre junto a ti.
    Me quedo con este relato.
    Tal vez esos días "inexistentes" terminen emergiendo y viendo la luz. Quién sabe...
    Y unas birritas (pero nada de marihuana) para el camino (no para el conductor, hay que ser prudente) pero siempre me gusta turnarme si viajo.

    Ay, qué gustazo leerte. Leerte aquí y leer tus comentarios, que sin duda, animan a una a seguir en este pequeño mundo de "escritores".

    Un besazo para tus mejillas, inmigrante.

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  2. Viajar sin rumbo es el verdadero disfrute y volver y que elguien nos espere los es aun mas.Un abrazo

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