ESTOCOLMO II

Vimos Estocolmo y nos hizo temblar, finalmente llegamos allí, donde antes si te acuerdas lo habíamos marcado con una X por culpa del azar. Nos perdimos multitud de veces, y dejamos partir muchos trenes que todavía nos podían haber acercado más al Ártico, ese punto crucial en esa línea fina que dices que se encuentran el miedo o el sentirse un valiente. Aún recuerdo esa cafetería en una de las arterías principales de la ciudad, había dejado de nevar, y me pediste que te abrazara antes de comprobar si tenían chocolate caliente, y creo que fue allí en ese lapso centesimal, cuando entendí que el tiempo, el tiempo, puede dejar de dar vueltas y de marear. No era necesario malgastar ese momento entre un montón de palabras, el chocolate caliente podía esperar, lo sabíamos perfectamente, era el instante propicio para marchar, porque el motel con la llave número diecinueve nos estaba aguardando para que volviéramos a poner en jaque al tiempo y al espacio, esta vez por un período indefinido.

Saludos y gracias

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