Estirar una milésima del
tiempo, hacer goma de mascar con ella y tú tira por esa parte que yo agarro la
otra punta y hago lo mismo, luego coger una aguja, un poco de hilo y hacernos
una burbuja.
Estirar un milímetro del
espacio, ensancharlo hasta producir la explosión del Big Ban, y dinamitar todos
los escalofríos que te recorren los miedos de la espina dorsal, salir de esa
escafandra que no te hace ningún bien.
Estirar para retener la
antítesis del tiempo y el espacio, recogerla en dos o cuatro líneas como mucho,
cabalgar por las dunas de sal que hay en esta ciudad, agarrar el asfalto desde
su epicentro y ponerlo todo patas para arriba, y cuando quedemos a comer en el
parque saludar a los edificios que están boca abajo.
Estirar la metáfora hasta
hacerla nuestra, que esa simbiosis que existió entre ese viejo taburete y su
dueño, consigamos que nos pertenezca, que sea nuestra historia, y así se
explique porque me mata cuando te vas tan lejos con la mente, que no puedo
llegar a alcanzarte para echarte una mano contra esos tridentes y sus amos.
Estirar el sueño que se apaga,
si seguimos creyendo podremos alargarlo, no permitir que las células muertas
acaben ganando la batalla, porque si te fueras, no me imagino que haría aquí
sin ti, estirar el verbo para acabar haciéndolo nuestro.
Saludos y gracias
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