Subiste como una gatita asilvestrada
por la cordillera que daba hasta mi ventana por la cual te colaste a través de
su tragaluz, te acomodaste en la orilla de la chimenea y sin decirlo supimos
que no querrías salir de allí, me robaste las bombillas y nunca supe donde las
guardaste, me maullaste somos animales callejeros no necesitas más luz que la
que encontrarás alrededor de mi cuerpo desnudo y mis manos acariciándote para
subir la intensidad, creo que tú lo sabías mejor que yo, hay alcobas que cuando
hagamos que incendien al mundo, toda la lluvia nos hará caso y se quedarán
callados los trenes que nos querían separar y llevarnos por diferentes caminos.
Saludos y gracias
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