AUTOESTOP



Todas las noches en el mismo punto de la carretera, cuando giro la esquina y dejo atrás los últimos carteles de neón que encienden el principio o final de la ciudad, apoyo mi mano en el mechero para encenderme el último cigarro y los búhos con sus ojos saltones reviven algunos interrogantes y ponen lazos de colores a cajas que estaban mejor ocultadas en el olvido, observo que ahí está el mismo tipo que noches anteriores una y otra vez a la misma hora y en las mismas coordenadas hace autoestop, se sube a  un coche sin importarle el color, la marca o la antigüedad, y desaparece entre cilindradas y caballos.

Hasta que un día que no sé si fue por curiosidad o porque sentía que ya no podía perder nada más, no sé si era por la borrachera o por el insomnio que me recordaba que el mundo era lo que escribía Allan Poe, le pregunté al desconocido si en algunos de esos coches se había encontrado por casualidad a una chica rubia (que en verdad era morena) que llevaba tiempo detrás de ella, pero ella siempre escapa de mí y tenía curiosidad por donde huía, y después de saludarnos y notar que su mano estaba más fría de lo normal, me contestó: Dejé el mundo hace mucho tiempo, y ahora que he vuelto no se ha convertido en un lugar mejor.

Saludos y gracias

No hay comentarios:

Publicar un comentario