Si descartamos los pájaros que
vuelan, el movimiento de ventiladores expulsando las migrañas y el cansancio, el
cobre de los árboles que se destiñe cayendo como lágrimas al suelo en forma de
acido, los cafés de las cafeterías rojas, las tardes en los parques, el grato
cobijo de las viejas calles que enredaban el antiguo barrio, y dejarse caer en
sus bares a por una caña, los días serán tristes. Pero sobre todo no
descartemos tus manos desnudas sobre mi barba y después el beso que le acompañaba,
porque entonces los días perderán su memoria y seremos peces de pecera.
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