Todo lo que quería coger no
era suyo, lo suyo lo detestaba. Lo metía dentro de una maleta, y trataba de
hundirla en un charco. Miraba arriba, al lugar que señalan el final de los
edificios y prefería seguir andando por las calles creyendo que ahí en el lugar
menos esperado de la ciudad estaba lo que provocaría que todo fuese a mejor, tenía
la certeza de que estaba, que existía, solo esperaba poder dar con ello. Todos
parecían saber mejor que él lo que tenía que hacer, lo que tenía que dejar de
hacer, fingía amablemente que les prestaba atención y que no deseaba mandarlos
a la mierda, estaba tan cansado de escucharles, de oírles, de que se metiesen
como voces dentro de su cabeza, cuando él en esas ocasiones solo buscaba
silencio, silencio. Ahora que se acercaba la navidad, en esta ocasión era la única época del año que no detestaba la
soledad, es más la necesitaba tanto para evitar la farsa de esos días tan
señalados de vivir vidas felices a las que sentía que ya no pertenecía.
Saludos y gracias
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