Hacen autoestop tres impulsos
dispuestos a no volver, a cortar el paisaje por la mitad, en definir con cierto
aire de prioridad que butacas abandonar y cuales harán de espías a eso que
nacerá detrás de las teclas de un piano.
Te recuerda el insomnio la
necesidad de levantarte para ir al baño, y en el recorrido de vuelta ese aire
frío que te enrosca el cuello, ese temblor de no estamos solos, hay alguien o
algo que no podemos definir que se esconde en la oscuridad.
Buscas urgentemente el abrazo
de la almohada, el acurrucarte contra ese otro cuerpo cómplice que no le ponga
reglas al juego. Y me dices sin que esté:
- Recuérdame como despegabas
aviones con tus dedos sobre mi espalda desnuda y luego los hacías aterrizar.
¿Es un recuerdo o es una
nostalgia de un futuro que quieres colonizar?
Los domingos se parten en par
e impar. Mare son los que estamos bajo el aleteo de la manta y crea no
destruye, improvisa mariposas, la excusa es ver una película que tenga un final
feliz. La dictadura del miedo el mordisco de la soledad, el suicidio de no
saber porque no estamos ahí donde quisiéramos estar, el proceso de decirnos
cada uno su verdad y no asustarnos al verla reflejada en los ojos del otro. Por
eso quizás mandas un whatsap como señales de humo...
¿Cómo identificarlas, darles
sentido, si el volverse a equivocar es un puñal que no queremos que nos vuelva
a atravesar?
No te levantes si no se va a
detener la sangre del cadáver.
Saludos y gracias
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