Tengo una cuenta en facebook, y cada vez la utilizo más, cada vez me atrapa más en su tela de araña, y cada vez me gusta menos. Hace poco me hice una cuenta en Twitter, tengo muchas ganas de explorarla, de hacer algo con ella, pero me atrapa la pereza, no me deja actuar, me anula. Quizás porque mi Internet pirata me arrastra a esa apatía con su lentitud, y sus fallos constantes, intermitentes, una red vaga, despreocupada, desorganizada. A lo mejor si le traigo un loro, una botella de Ron y un velero todo funcione mejor.
Odio las armas, jamás pertenecería ni sería socio del club del rifle, Charlton Heston tenía todo mi desprecio. Pero en cambio hay películas suyas que me encantaban, y como actor no me disgustaba. Tengo que reconocer que de vez en cuando para soltar adrenalina y mecagoendieces me distrae ponerme a pegar tiros virtualmente, quemar el mando de una consola, me desahoga, como el que comienza una guerra de cojines para luego sentirse mejor.
Últimamente no me gustan las personas que creen que su opinión es la correcta, la más acertada, y donde no dejan paso a la autocrítica, la excluyen, la ahuyentan. Es decir no me gusta ningún radicalismo, me pone los pelos de punta. Y yo peco muchas veces a la hora de defender mis principios de adornarlos con tintes radicales.
Cada vez intento tener menos mitos, para tener menos decepciones. Pero cada vez que me vuelvo a enamorar ella se convierte en una especie de mito, por eso luego me cuesta tanto olvidarla.
No me gustan las verduras cocinadas por otros, las repudio, no puedo olerlas y aunque sean gratuitas y como regalo me veo obligado a rechazarlas, no puedo. En cambio me encantan las verduras cuando las cocino yo, ahí si que no hago ningún tipo de asco.
Cuando tenemos estabilidad, y una vida tranquila, echamos de menos una vida de frenesí, de autentica locura. Y cuando tenemos el ritmo de vida de un vividor, extrañamos la calma, la estabilidad, la vida tranquila y sosegada. ¿Y cuando realmente nos gusta la vida que llevamos y no extrañamos ninguna otra, significa que realmente hemos encontrado el equilibrio? Y cuando no entendemos la vida que llevamos, no sabemos definirla, y queremos cualquiera menos la propia. ¿Significa que estamos al borde de un precipicio?
Muchos de nosotros nos pasamos toda una vida buscando el trabajo de nuestra vida, una vez que damos con él, extrañamos el contrato que teníamos con el trabajo que odiábamos y nos amargaba nuestra existencia. ¿No resulta a veces que la vida es irónicamente contradictoria? ¿Qué elegir un trabajo que nos gusta con un contrato de mierda, o un trabajo que no nos gusta con un contrato digno?
¿Somos contradictorios por naturaleza? Quizás.............. lo que es seguro es que el ser humano es un animal de costumbres.
Odio las armas, jamás pertenecería ni sería socio del club del rifle, Charlton Heston tenía todo mi desprecio. Pero en cambio hay películas suyas que me encantaban, y como actor no me disgustaba. Tengo que reconocer que de vez en cuando para soltar adrenalina y mecagoendieces me distrae ponerme a pegar tiros virtualmente, quemar el mando de una consola, me desahoga, como el que comienza una guerra de cojines para luego sentirse mejor.
Últimamente no me gustan las personas que creen que su opinión es la correcta, la más acertada, y donde no dejan paso a la autocrítica, la excluyen, la ahuyentan. Es decir no me gusta ningún radicalismo, me pone los pelos de punta. Y yo peco muchas veces a la hora de defender mis principios de adornarlos con tintes radicales.
Cada vez intento tener menos mitos, para tener menos decepciones. Pero cada vez que me vuelvo a enamorar ella se convierte en una especie de mito, por eso luego me cuesta tanto olvidarla.
No me gustan las verduras cocinadas por otros, las repudio, no puedo olerlas y aunque sean gratuitas y como regalo me veo obligado a rechazarlas, no puedo. En cambio me encantan las verduras cuando las cocino yo, ahí si que no hago ningún tipo de asco.
Cuando tenemos estabilidad, y una vida tranquila, echamos de menos una vida de frenesí, de autentica locura. Y cuando tenemos el ritmo de vida de un vividor, extrañamos la calma, la estabilidad, la vida tranquila y sosegada. ¿Y cuando realmente nos gusta la vida que llevamos y no extrañamos ninguna otra, significa que realmente hemos encontrado el equilibrio? Y cuando no entendemos la vida que llevamos, no sabemos definirla, y queremos cualquiera menos la propia. ¿Significa que estamos al borde de un precipicio?
Muchos de nosotros nos pasamos toda una vida buscando el trabajo de nuestra vida, una vez que damos con él, extrañamos el contrato que teníamos con el trabajo que odiábamos y nos amargaba nuestra existencia. ¿No resulta a veces que la vida es irónicamente contradictoria? ¿Qué elegir un trabajo que nos gusta con un contrato de mierda, o un trabajo que no nos gusta con un contrato digno?
¿Somos contradictorios por naturaleza? Quizás.............. lo que es seguro es que el ser humano es un animal de costumbres.
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