EN BUSCA DEL YO........

Cada vez soy menos yo, o quizás cada vez soy más yo. No lo sé, lo cierto que últimamente cada vez me gusta menos como soy, cuando hablo, cuando comunico. Cometo excesivamente muchos errores, muchos arrepentimientos, mucho hablar sin pensar en lo que digo, y allí es cuando comienzan a surgir las agresiones a uno mismo, a querer renunciar a mis propias palabras, a querer evitarlas, eliminarlas, en definitiva hacerlas desaparecer. Y no, no se puede, no se puede volver atrás en el tiempo.

Cada vez la distancia es más grande, cada vez la diferencia entre el yo que escribe, el yo que está aquí delante, escribiendo, calmado, pausado, desinhibido, tranquilo, y el yo de allí fuera, el que se enfrenta al mundo, el que acomete los actos por los cuales seré juzgado y por los cuales recibiré una u otra recompensa está descompasado, neurótico, enfermizo, enrabietado, cabreado, perdido, contrariado, desquiciado. Y uno percibe que se separan, que un yo no es el mismo que el otro yo, y que cada vez distan más el uno del otro, y me preocupa que acaben tan distanciados que luego no puedan encontrarse, pero aun más me preocupa que acabe dominando el yo que repudio.

En bronca, últimamente me acuesto de vez en cuando en bronca, pero sobre todo me levanto en bronca, asustado, con miedo, y con una tristeza infinita. Luego se me pasa, o eso creo. Pero el día ya empieza torcido, y continua torcido. Y sale a la luz otra vez ese yo, ese yo que últimamente me está comiendo por dentro, que se alimenta de mis entrañas para subsistir, que hace canibalismo conmigo mismo y nadie le juzga, le multa, le retiene, le captura. Maldita sea, estoy siendo comido igual que un buitre se come la carroña, y nadie hace nada. ¿Y porque no muevo ficha?.

Un circulo vicioso, un yo que detesto, y otro yo que me gusta, pero que vive en el subsuelo, no tiene medios ni estrategias suficientes para salir a la superficie y revelarse, tomar el mando, ser el capitán del barco. Dejar en entredicho al otro yo, humillarlo más de lo que se humilla él a diario. No, no tiene fuerzas y en parte no me extraña. ¿Acaso no lo aniquile yo y lo mande aun más al destierro cuando le cambie la dirección de acceso a la Cara B? Ese rincón marginal, perdido en el olvido, y donde habitan las piezas del rompecabezas necesarias para volver a retomar la situación de acuerdo a algo más vital, más hermoso, algo que produzca un cortocircuito a este circulo vicioso y encarcele para siempre a ese yo que anda a sus anchas por la superficie controlando mis actos, mi vida, y volviéndomelo todo del revés y al borde de la locura.

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