DESIDIA

Siempre, siempre hay algo que duele. Quizás no siempre, pero uno a veces lo siente así. Algo que se queda dentro y que a veces no apreciamos, que no somos conscientes de ello. Quizás eso es lo que produce la desidia.

Ahí está hurgándonos en la metamorfosis del no querer hacer nada, del no tener ganas de nada. Entra como un gusano, y se desliza dentro de nosotros, y por más que queramos expulsarlo no se puede.

Si, es eso, como un vacío mental, las palabras se ralentizan, los pensamientos es como si se acobardaran, y nada, eso es una nada gigante que nos consume.

Algo así como una niebla terrible. Quizás lo que haya afuera esperándonos es peor... ¿Elfos y duendes o monstruos y fantasmas?

Algo así como estas palabras que no quieren salir, que dicen que hoy no hay función, que están en huelga de lo que haga falta, que tengo que arrastrarlas, para que me escuchen, que me veo obligado a domesticarlas de nuevo.

Por eso hoy, justamente hoy que incluso hasta ellas no pueden echarme una mano como siempre, que este post es un post roto por dentro, afligido y maltratado por la desidia, y que no soy capaz de encontrarle el sentido que me gustaría darle, que estas ganas de no querer hacer nada me están ahogando, era sencillo se trataba de estar a tú lado, solo eso estar a tú lado.

Era tan fácil... sin palabras, sin convenciones, sin preguntas, sin explicaciones, tú y yo y nada más.

Era tan sencillo... tan solo tenías que decir que si. Hoy por mí, mañana por ti.

Y las palabras que no consigo expresar
se clavan como puñales
y las frases que se marchitan dentro de mí
huelen a asfalto quemado

Sabes, para una próxima vez no lo olvides, era bastante sencillo, tú decías que si, y yo acudía a tu lado. Tú y yo juntos, rompiendo la distancia, atravesando los puntos que ahora nos separan, porque al final hoy hemos acabado en espacios diferentes que no nos han llevado a ninguna parte.

Quizás fue tu desidia la que te llevo a tomar la decisión que tomaste, quizás hoy la culpable de todo, de todo lo malo que ha pasado hoy (que es el no estar juntos, y el atragantamiento de no poder escribir como me gustaría) es la maldita desidia.

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