Creía verla por todas partes, cuando bajo del avión y creyó que estaba ahí, esperándole, con un pack de cervezas, dentro del taxi, a su lado, mientras hablaba a unos cristales empañados que mostraban una ciudad fría y lluviosa en pleno mes de Agosto, igual que otras veces creyó descubrirla en la mesa de la cocina, sentada sobre una silla con las piernas recogidas, tan solo con esa camisa de los Knicks que le sentaba tan bien, y una copa de vino en su mano derecha y otra en la izquierda ofreciéndosela a él de bienvenida, creyó sentir su olor, su calor, cuando se acerco a la cama, para curar las heridas, el cansancio, de saber que no estaba.
Qué inmenso vacío encuentro en tus letras.
ResponderEliminarYo quiero esa cerveza, ese vino.
Algún día realidad será. Hasta entonces la imaginación será mi compañera.
Besos soleados.
La verdad es que es un placer leer tus entradas.
ResponderEliminarBesos.