JUGUETES PELIGROSOS

Deja que el despertador suene tres veces más de lo habitual, y cuando se acerca hacía él le da la opción de repetir, una nueva oportunidad para el sueño. Al final se levanta, cansado de tener que hacerlo, se va directo al baño, no tiene perdida, cuando vives en un zulo es lo que tiene, porque 30 metros cuadrados no tienen nada de dignidad, son zulos modernos, zulos del siglo veintiuno, zulos propios de la era del aire acondicionado.

Después de entrar en contacto con la realidad, sale del baño y se dirige a la cocina, se prepara una taza de café, y pone pan a tostar, mientras tanto pone la tele y ahí están los malditos tertulianos igual que todas las mañanas, que intentan explicar un mundo que no se puede explicar, al menos no así, como ellos lo hacen.

El café le reconforta, las tostadas las unta de mermelada de cereza y mantequilla, cuando termina mira el reloj, se asoma al termómetro de la ventana, y observa el manto de hojas caídas que deja el otoño.

Antes de vestirse, abre un cajón, saca una pistola negra, y la examina con la mirada, como si fuera la primera vez que la tuviera entre las manos, le pasa un paño por encima, le saca brillo, resulta que está inmaculada.

Se levanta, se pone de pie, y con las dos manos se mete la pistola en la boca, y hace el amago de disparar. Se la saca de la boca, y la vuelve a inspeccionar, le quita el seguro, y se la apoya con la mano derecha contra la sien, y aprieta firmemente el gatillo, ¡PUM!

Observamos que su cuerpo continua todavía en pie, que no hay ninguna gota de sangre a su alrededor, y nos preguntamos qué ha pasado, miramos hacia arriba, y encontramos la solución, al lado de la pistola ha salido un cartelito que pone: “Hoy puede ser un gran día”.

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