LA CAMISETA DE LOS KNICKS



Miro la cuenta del banco, nada, en blanco, un día más. Llevamos así unas semanas, que vamos hacer. Me respondes que no me preocupe, que estaremos preparados para lo que venga.

Mientras tanto vamos a disfrutar, que no es poco. Me dices a la vez que me sirves un Whisky frio, al menos queda hielo, pienso.

¿Qué miras? Me preguntas cuando estás a punto de sentarte al otro lado del sofá.

Tus piernas, no puedo evitarlo. Te queda demasiado bien esa camiseta de los Knicks.

¿Son buenos?

¿Quién?

Los Knicks, no se supone que tú sabes de eso.

Es un equipo de esos que te enseña que perder no es tan malo como llegamos a pensar.

Dejo caer mi cabeza sobre sus piernas, mientras recupero su tacto con mi lengua, con mis labios, y le sugiero que se haga un porro.

Así mientras ella entra en el arte de liar Marihuana, poco a poco, voy descubriendo lo que ya conozco, todos los entresijos que guardan sus piernas, todos sus rincones, desde el dedo gordo del pie, hasta donde cubren sus braguitas de color de fresa. Le digo, una vez lo enciendas, tú te lo fumas un rato y te dejas hacer.

A la vez que ella le va dando lentas y suaves caladas al canuto, mientras lo combina con algún que otro trago de Whisky, ya no tiene las bragas puestas, y poco a poco empieza a sentir una lengua aproximarse a su coño, descubriendo un placer que ya conoce pero que no le importa recordar, y que jamás quiere olvidar.

Desnudos los dos y recostados sobre el sofá, quedan las cenizas y dos vasos vacios que todavía huelen a Whisky, también queda lo que le digo que jamás nos podrán quitar, esto, esto jamás nos lo podrán quitar.

Y tu añades algo más, no solo esto, tampoco nos quitaran nuestros sueños, eso tampoco nos lo robaran, o acaso dejaste de creer.

No sé si de creer, pero quizás me volví más escéptico de lo que me gustaría.

Dos días después:

Tenías razón, el otro día, cuando hablabas sobre los sueños, creo que lo entendí, te acuerdas que siempre habíamos pensado en ir al sur, pues porque no empezar de cero en el sur, creo que puede ser una buena idea como cualquier otra, así que cogí todos nuestros ahorros que teníamos guardados, los últimos y compre estos dos billetes, que te parece, no es un viaje de ida y vuelta, esta vez es solo de ida, de ida a un mundo mejor, porque quizás el sur nos dé las repuestas que no encontramos aquí.

No dice nada, simplemente sonríe, bautizando así la camiseta de los Knicks. Ahora deja que haga un porro, y tú igual que el otro día, me vuelves a mostrar que perder no es tan malo como a veces creemos, igual que los Knicks.

Sus piernas me están esperando...

Unos días después:

Al lado de la puerta cuatro maletas esperan a que comiencen su aventura, solamente saben que van al sur, y no necesitan saber nada más, al menos por ahora.

¿Has cogido la camiseta de los Knicks?

Si

Entonces lo tenemos todo. Ya nos podemos ir.

2 comentarios:

  1. Oh!!
    Me ha encantado, sí, de verdad.
    Hace días escribí algo parecido sobre empezar de cero en el Sur. Puedes leerlo en mi Blog. QUé encanto de relato.
    Escribes muy bien.
    Besos...
    y besos.

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  2. También es un placer pasear mi vista por tus líneas. Muchas gracias por tus comentarios.

    ¡Un enorme saludo!

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