Hay tormenta, como si el cielo se nos viniera encima, hacía tiempo que no se veía nada igual, y un principiante sale a la calle sin miedo a mojarse, hace unos días aprendió unos pasos de claqué, ideales para sortear la mala suerte, cuando en el cielo tan solo alumbran relámpagos y centellas.
En el quinto piso del edificio que quieren derrumbar para sustituirlo por un proyecto que tiene un arquitecto muy famoso por sus coqueteos con las altas esferas, descansa mientras afuera sigue tronando una de tantas bellas durmientes que habitan en este enclave de calles, esquinas rotas, anchas avenidas y callejones sin salida.
Y mientras me cuentan en un bar de mala muerte, la leyenda de un escarabajo de oro que hay enterrado en esta vieja ciudad, que quien lo encuentre tendrá por delante un destino más que prometedor, eso lo auguro al ver bailar al joven chaval de antes, en la calle con la que está cayendo, no hay nadie más afuera, ese sí que tiene el futuro en sus manos, le digo al compañero que he dejado de escucharle.
Siempre, siempre, hay una llave para cada puerta cerrada, el problema es que muchas veces no sabemos dónde se encuentra, pero no tiene que ser igual para ellos dos, mientras escucho que alguien comenta, pero ni siquiera se conocen, y respondo entre trago y calada, eso no les debe de importar, prestemos atención y ya verás porque te lo digo, yo tampoco tengo muy claro como continua todo esto.
Ella abre un ojo a tiempo de que entre el ogro que huele a alcohol, y más noches de las que ella quisiera recordar, abre la habitación con las mismas intenciones que un maldito malnacido cuando se desabrocha el cinturón, se baja los pantalones y se presta a darle un infierno difícil de soportar.
Hasta esa noche, que le ha dado tiempo a escapar por la escalera de incendios, antes de que el hijo puta de su padrastro la acorrale y se aproveche de ella. Afuera comienza a granizar, no sabe dónde ir, no hay nadie en la calle, esta empapada y tiene frío, pero al menos tiene claro donde no quiere volver.
Dime, dime, si no tenía razón, no sabía cómo sería, pero sabía que él daría con ella aunque fuera por puro azar, esa misma noche se la encontró tiritando y muerta de frío, vagando por esta maldita ciudad, él le pregunto qué hacía allí sola con este tiempo infernal, y ella le dijo huyendo, entonces él le comentó que de eso él sabía un rato, así que ella se dejó ayudar y él le prometió que cuando escaparan ya no tendría nunca jamás que pensar en salir corriendo. Todo lo malo que te ha pasado hasta ahora, ya se ha acabado, ya termino.
Días más tarde alguien me pregunta en el mismo bar de mala muerte de siempre que me ha pasado, supongo que lo dice porque tengo un ojo a la virulé, pero había un maldito ogro que le tenía que enseñar con un ábaco en mano la suma de todos sus malditos pecados, ese, ese no volverá a robarle los sueños a ninguna joven bella durmiente.
Saludos y gracias
En el quinto piso del edificio que quieren derrumbar para sustituirlo por un proyecto que tiene un arquitecto muy famoso por sus coqueteos con las altas esferas, descansa mientras afuera sigue tronando una de tantas bellas durmientes que habitan en este enclave de calles, esquinas rotas, anchas avenidas y callejones sin salida.
Y mientras me cuentan en un bar de mala muerte, la leyenda de un escarabajo de oro que hay enterrado en esta vieja ciudad, que quien lo encuentre tendrá por delante un destino más que prometedor, eso lo auguro al ver bailar al joven chaval de antes, en la calle con la que está cayendo, no hay nadie más afuera, ese sí que tiene el futuro en sus manos, le digo al compañero que he dejado de escucharle.
Siempre, siempre, hay una llave para cada puerta cerrada, el problema es que muchas veces no sabemos dónde se encuentra, pero no tiene que ser igual para ellos dos, mientras escucho que alguien comenta, pero ni siquiera se conocen, y respondo entre trago y calada, eso no les debe de importar, prestemos atención y ya verás porque te lo digo, yo tampoco tengo muy claro como continua todo esto.
Ella abre un ojo a tiempo de que entre el ogro que huele a alcohol, y más noches de las que ella quisiera recordar, abre la habitación con las mismas intenciones que un maldito malnacido cuando se desabrocha el cinturón, se baja los pantalones y se presta a darle un infierno difícil de soportar.
Hasta esa noche, que le ha dado tiempo a escapar por la escalera de incendios, antes de que el hijo puta de su padrastro la acorrale y se aproveche de ella. Afuera comienza a granizar, no sabe dónde ir, no hay nadie en la calle, esta empapada y tiene frío, pero al menos tiene claro donde no quiere volver.
Dime, dime, si no tenía razón, no sabía cómo sería, pero sabía que él daría con ella aunque fuera por puro azar, esa misma noche se la encontró tiritando y muerta de frío, vagando por esta maldita ciudad, él le pregunto qué hacía allí sola con este tiempo infernal, y ella le dijo huyendo, entonces él le comentó que de eso él sabía un rato, así que ella se dejó ayudar y él le prometió que cuando escaparan ya no tendría nunca jamás que pensar en salir corriendo. Todo lo malo que te ha pasado hasta ahora, ya se ha acabado, ya termino.
Días más tarde alguien me pregunta en el mismo bar de mala muerte de siempre que me ha pasado, supongo que lo dice porque tengo un ojo a la virulé, pero había un maldito ogro que le tenía que enseñar con un ábaco en mano la suma de todos sus malditos pecados, ese, ese no volverá a robarle los sueños a ninguna joven bella durmiente.
Saludos y gracias
Un relato envolvente desde tus letras.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Besos.
Muchas gracias:)
EliminarBesos.