Con nuestro mecánico de confianza que perdió el dedo en una disputa que mantuvo un día con el carnicero que se acostó en una noche de eclipse total con la mujer del pescadero, ocultándole así la fidelidad que le prometió a la hija del panadero que estaba a punto de acabar derecho en la universidad pública, y que ya antes había perdido la virginidad con el joven frutero que traía frutas tropicales nunca antes vistas, con ese mismo que nos arreglaba los frenos cada vez que la relación iba cuesta abajo, decidiste marcharte y no volver nunca más.
Saludos y gracias
Saludos y gracias
Siempre lo he dicho, ¡¡¡el mercado es una jungla!!!, donde siempre hay algún fedatario o fedataria cesta en ristre dando fe de todo lo que se menea... te lo digo yo, que me lo ha contado la del cuarto.
ResponderEliminarUn abrazo.