Hay vidas que se van con
nosotros, que las arrastramos hasta el final, que se apagan y desaparecen en las
noches que compartimos sudokus y crucigramas que dejaremos el final para otro
día, pero que vuelven cuando nos entra el vértigo, y los fantasmas se esconden
detrás del armario, y la vigía no nos deja dormir y por eso enciendes la luz, buscando
duendes mágicos entre abracadabras, entre un abrazo que mate tus demonios, se
ha hecho tan tarde para haber pasado tan poco tiempo, que deslizas el
calendario hacía atrás, a ver si así vuelves a empezar, y te das cuenta que ya
no amanezco a tu lado, hay cenizas en el cielo, ahora llueve siempre en negro.
Al día siguiente despiertas
con el camisón blanco, mil preguntas que atraerán nuevos interrogantes, y más
que nunca te entran ganas de abrir la jaula del periquito y darle la libertad
que se merece, se caya el murmuro y dentro de un rato, verte en el espejo y
sentirte guapa, radiante, en pocas horas chequear la aduana que te lleva a una
gran empresa, y jugar a fingir, a fingir, que el mundo que vivimos es tan
exacto como las matemáticas que nos llevaron a ese suicidio colectivo de
aceptar lo que hay, y cuando llegas a casa te preguntas porque hace tanto tiempo
que nunca estoy de vuelta.
Saludos y gracias
Saludos y gracias
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHermosa entrada. Para qué decir más.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias:)
EliminarUn saludo