Te columpias en la ventana,
viendo los rayos rojos del amanecer atravesar el asfalto. La ciudad en estos
meses se te hace más gris. Más compleja, como los tapices de esa tienda de
empeños. Dices que echas de menos que no
haya tráfico matinal por tu almohada. Respirar el Mediterráneo canjeando las
palabras por el roce de la piel. Te han vuelto las ganas de cambiar el mundo,
no queda más remedio. Si lo meditamos bien se han olvidado esos detalles. La importancia
del sudar de dos cuerpos unidos creando figuras. Monolitos impermeables a esta
obsesión de complicarlo todo más de la cuenta. Ahora que somos capaces de
romper la velocidad del sonido en caída libre, seguimos siendo incapaces de
solucionar los males que indigestan el despertar de algo mejor. Por eso, te
preguntas si llegarás a tiempo de alcanzar el Mediterráneo una vez más antes de
que lo asesinen.
Saludos y gracias
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