Le pedía pasos cortos.
Retomando la brisa de la bahía. Corrigiendo el error del compas cuando tiró a
trazar un círculo perfecto. Se imagina estar en un gran salón de baile,
acompañada por una orquesta vacía, un traje rojo, como siempre pensó que sería
el color de la revolución, y él entrando con el sombrero a lo Humphrey Bogart,
y anunciándole que han ganado, la estaca finalmente se cayó a tierra.
Le molesta la venda de los
ojos. Ese olor mugriento que le agarra fuerte por el brazo. Y le pide como
quien te ordena algo pasos cortos. Solo le queda la brisa de la bahía. Salvar
de esa manera el trazo erróneo del compas. E imaginarse los tangos de Gardel
celebrando la victoria, alguien recitando versos de Borges, y retirándose al
pecho desnudo de él, y olerle por primera vez su cuerpo siendo libre.
Sabe que cuando lleguen al
final, será todo rápido y muy frío. Disparo apagado en la sien y el río
arrastrará su muerte al olvido. Por eso le ayuda el aire fresco que viene de la
bahía. Esta vez para omitir el trazo que nunca debió de hacerse con el compas.
E idear que una vez en el río él vendrá con un barco a rescatarla, y que cuando
la saque del agua y la abrace, le preguntará: ¿Estamos vivos? Y él le
contestara: Que más da. Lo importante es que estamos juntos de nuevo. Y
entonces reconocerá su propia libertad en los labios de él.
Saludos y gracias
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