Andar solo hasta casa, salir
del camino, ¿Cuál de todos? Hay muchos, incluso es más estamos rodeados de
ellos, andar solo hasta la elección de por donde continuar, buscar en medio de
ese trámite tan existencial una botella de algo que acompañe a desorientar las
dudas, a vaciarlas de tantos pequeños miedos que al final son tan peligrosos
como uno grande, andar despacio para ver bien donde se pisa y no tropezar
demasiado, evitar el paso rápido, el ritmo olímpico de la marcha, andar jamás
será correr, eso es huir, y eso es otro tema, otras líneas, vaciarse dentro de
otras tonalidades, la necesidad obligatoria de cambiar de disco, de
instrumentos, de ritmo, de todo, por eso volvamos al principio, estábamos en
ese punto que una vez al menos le ocurre a mucha gente, andar solo hasta casa,
y a lo mejor tener que pararse en el semáforo, arriesgarse a cruzar en rojo, a
incumplir las normas, o esperar y observar a alrededor, aprender de lo que se
observa, abstenerse de la alteración propicia porque la respuesta más rápida
que tenemos a mano es tenemos prisa, la prisa obstruye, cansa, es un delirium
tremens continuo, andar a casa, llegar a ella, subir por las escaleras o por el
ascensor, sacar las llaves del bolso o del bolsillo, encajar la llave en la
cerradura y darle las vueltas que hagan falta, abrir la puerta, y decir cariño
ya estoy en casa, no hallar respuesta alguna, sentir de repente un vacio
terrible, dejar caer las llaves al suelo, el eco repetir lo sucedido en varias
secuencias lentas y meditando cada detalle como si se hubiera producido un
asesinato, ahora sí, ahora incluso es aconsejable salir de allí corriendo,
cambiar el disco, incluso romper el que estaba puesto, huir de ese gris que se
mete poco a poco en las entrañas, y buscar, buscar otro instrumento que suene
mejor, que tenga mejor melodía y nos lleve hasta un vagón con condiciones más
favorables, y un destino diferente.
Saludos y gracias
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