ESTALLIDO SOCIAL X



Los seis nos encontrábamos sumidos en un coctel explosivo, entre la escasa distancia que hay entre la impotencia y la rabia, envueltos en unas notas psicodélicas que iban poco a poco profundizando en crear distancia con la realidad, nos sentimos tan perdidos, que tan solo se nos ocurría llenar copas una tras otra, sin ser conscientes de nada de lo que hacíamos, fumarnos lo que el boticario había traído en ese maletín negro, de piel, extraño, de cirujano que quiere extirpar la realidad antes de que caduque y haga un daño irreversible.

Bach abrió la ventana de par en par para ventilar, el alcohol en la sangre nos servía como impermeable contra el frío polar, cada uno hacía o creaba su propia abstracción, hasta que un ruido estruendoso, seco, fuerte, como si se tratase de una explosión, nos puso en guardia, el boticario teorizaba, la revolución ha llegado hasta aquí, Verónica que no lo creía probable estaba dispuesta con abrigo en mano a salir a la calle a averiguarlo, Bach y Margot se buscaron por lo que pudiera pasar, Libre no paraba de ladrar, no calla te decía, no calla, no sé qué le pasa, y tú me respondías y que quieres que le haga.

Afuera llegaban dos coches de policía con la sirena puesta, podíamos verlo a través de nuestra ventana gente pegándose e insultándose, y tú gritando odió esto, odió este maldito olor a violencia, que se acabe ya por favor, que no puedo más, que alguien ponga el maldito punto y final, y Libre cada vez más alterado, Bach y Margot intentaron echarme una mano calmándolo en la medida que podían, el boticario bailando y gritando, joderos fachos, joderos que os vamos a desterrar de vuestros aposentos de lujo y mentira, Verónica subía y nos informaba que nada, que aquello tan solo se trataba de una pelea entre dos grupos de gente joven y no había nada más detrás, nadie lo dijo, pero en cierta manera todos los sabíamos, aquí todavía era demasiado pronto para que llegase lo que había empezado a cocerse en el continente, pero acabará llegando y ese día si nos lo pusieran demasiado difícil los vasallos del estado, los guerreros samuráis con voz de calavera que me contabas que te guarecían cuando había tormenta y oscuridad en tus sueños, saldrán dispuestos a protegernos y no estaremos tan solos como podemos llegar a temer a veces.

Saludos y gracias

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