EL NIÑO Y LA MAQUINA DEL FUTURO



Era un futuro incierto, dentro del paréntesis que será en la historia el siglo XXI, había metralla incrustada en los muros, agujeros de bombas en algunos edificios, techos derruidos, asfalto levantado, y gente que parecía monstruos por consecuencia de armas químicas, nunca se supo que mentes desintegradas y llenas de serrín decidieron que tomar aquella maldita decisión podría traer algo bueno, y son esas calles que huelen a miseria, a dolor, y depresión, sin que se sepa dónde está el antídoto, por donde camina todas las mañanas el niño de doce años hasta llegar a la casa de su abuelo.

 El viejo no podía ver, le habían arrancado sus ojos, daños colaterales, la cordura y los motivos de la supuesta razón muchas veces no van cogidos de la misma mano, lo único que le daba sentido a lo poco que le quedaba, era la visita de su nieto todas las mañanas, hablaban poco o nada, pero esos cinco minutos eran suficientes para llenar todo el vacio que llevaba como sombra, le daba unas cuantas monedas, y creía que su nieto le agradecía que jamás le preguntase que hacía con ellas, era su secreto de la infancia, y él sabía que ya que no podía conservar la inocencia que le arrancaron por la fuerza, al menos mantuviera algo que todavía no le hiciera excesivamente grande.

Salía corriendo de ahí, huyendo de los escaparates con maniquís amputados que le recordaban la pesadilla que tuvieron que vivir y parecía no tener fin, de los monstruos que habitaban las calles y alguno de ellos casi habían perdido el sentido, hasta que después de callejear un buen rato desde que se despedía de su abuelo, llegaba a su destino, una maquina más alta que él, como una especie de cabina de teléfonos de esas de principio de siglo, pero con pantalla de plasma, le echaba las monedas, y ahí aparecía ella, la imagen de una joven niña con su timbre tan dulce que le hacía sentir algo en el estomago, y que emergiera una lagrima, como si se tratase de una gota de rocío, se ponía los cascos y así se desconectaba de la realidad, mientras a ella le escuchaba hablar de todas las oportunidades que tenían ante si en este futuro prospero y esperanzador, un paisaje lleno de sueños y oportunidades, coches que volaban, perros robots como animales de compañía, poder participar en un viaje de quince días a las colonias de Marte, picnics lunares, programas medioambientales para mejorar la calidad de vida, hermosa naturaleza y criaturas salvajes libres que se podían observar desde la distancia, el mismo mundo que le contaron que existía cuando era un bebe y que acabó desencadenando en ese lugar de donde quería escapar y huir para siempre, creía que el único sitio donde merecía la pena ir es donde estuviera esa niña que aparecía en lo que antiguamente llamaban la maquina del futuro.

Saludos y gracias

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