Era enero y subía la marea,
Neptuno quedaba tan lejos, erupción de planetas en las canicas que chocaban en
el suelo del comedor, nunca estuvimos tan cerca, tuvimos que aprender a
echarnos de menos para darnos cuenta todo lo que nos unía, despertarnos en dos
ecosistemas diferentes y fue así como descubrimos que la esperanza se
encontraba dentro de la melancolía, todavía cuando me acerco a la orilla del
mar todas las mañanas de domingo encuentro el reflejo de tu mirada triste, y ya
lo sé nunca fui ningún tipo de héroe, pero sabes perfectamente que si tus
pendientes volvieran a caer dentro de la piscina, una vez más con el traje
puesto y los zapatos saltaría de bomba, nunca aprendí a tirarme de cabeza, e
iría a por ellos, te recogería el pelo, te ayudaría a colocarte los pendientes,
te mojaría los labios, y tendríamos toda la noche para bailar nuestro mundo en
espiral, y allí a lo lejos volveríamos a ver la luna de Neptuno, quizás no
estaba tan lejos como pensábamos.
Saludos y gracias
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