DULCES



Tarta de naranja con una bola de helado, miro el escaparate lleno de dulces, y cosas riquísimas para comer, con un poco de suerte tendrán descafeinado, el techo está pintado de rojo, como el resto del local, no se me da bien sentirme peleado con el mundo, tomaría una cerveza eso me dijo una vez un amigo que ayuda a olvidar que se está perdido, no sé donde ir después de que termine con esta tarta de naranja, chequeo cuantos cigarros me quedan, y eso me recuerda cuando le pregunté por primera vez porque fuma, y me respondió que para tener una excusa para morirse, sus labios estaban manchados de tarta de chocolate.

¿Quiere algo más? Les respondo que sí, pero que elijan por mí, yo no sé hacerlo. Todavía recuerdo como tenía encendida la luz de su casa, y como le había dicho más de una vez que corriese las cortinas que desde la calle se puede ver su intimidad como si se tratase de un reality show. Tal vez, tendrán descafeinado, siempre que tiro la moneda si digo cruz sale cara, y olvido que no estaría mal probar alguna vez en decir cara.

-Hemos pensado que usted tiene cara de arándanos.

- ¿Y qué cara es esa?

- la suya.

- Está bien, pero tengo que reconocer que me lo tomare como un piropo muy curioso que no se dice todos los días.

Buscas ese equilibrio, esa estabilidad, esa balanza entre las cosas buenas y las malas, en la cucharada que acaricia la tarta de manzana manchándola con una pizca de la bola de vainilla que se encuentra en el mismo plato, e intentas encontrar en el sabor todo lo anterior, ¿Sabéis a lo que me refiero? Quiero pensar que pasé por ahí por casualidad, aunque nadie perspicaz le daría la credibilidad suficiente a ese pensamiento, y me quedé resolviendo mientras chafaba la colilla contra el suelo, porque jamás correrías las cortinas, estaba incluso por darle una sorpresa, pero supongo que la cara de ese otro tipo pisando el mismo suelo y sentándose en la misma silla donde yo estuve mucho antes que él me tiro bastante para atrás.

-Pónganme el dulce más internacional que tengan, me da igual de lo que se trate.

-De eso no tenemos por aquí, tendrá que pedir otra cosa, y quizás hoy esté de suerte y le salga gratis por esta vez.

-No creo, porque siempre se me olvida decir cara.

Quiero beber un batido, pero no un batido cualquiera, sino el que mejor sepan hacer, tengo ganas de sentir algo así en mis labios, porque si ahora dejara este local, me iría a emborracharme a un antro cercano a mi casa, dicen que hay uno bueno a dos calles, pero entonces no tendría muy claro después de unas cuantas copas que echaría más de menos si a ella o a la tarta de chocolate. Me dijo que no la molestase esa tarde, esa noche, que estaría muy ocupada con una traducción que tenía que hacer en cirílico, habíamos quedado para el día siguiente, pero no aparecí, decidí que ya no merecía la pena hablar más con ella, y así fue como llegue a parar a este sitio lleno de tartas.

Saludos y gracias

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