Hay que dejar las palabras en
reposo, que le rocen los besos, la lengua, los dedos, gravar poco a poco en su
piel mis huellas, mi despedida y el nuevo encuentro, volver a repasar sus
muslos, sus areolas, hacer un inventario de sus curvas, recordar la memoria de
su cuerpo desnudo, deslizarse por su interior, entrar dentro y darle el placer
que calle al mundo cuando está en guerra, un muro contra la violencia inhumana
que cubre las calles, caminar por el sendero que esconde sus piernas, caerse
dormido ahí, gravitar como un cuerpo celeste y encontrar el final de su orgasmo
en sus labios.
Saludos y gracias
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