Hace meses atrás te encontré
por primera vez sola en una cafetería de la estación de trenes, nunca he sabido
si estabas allí abandonada al destino, a la suerte, o simplemente esperabas a
alguien o algo que nunca vino, o si llegó lo dejaste escapar. Permitiste que me
sentase a tu lado, tú un café yo un té, no dijimos mucho, incluso se produjo
uno de esos silencios incómodos que me apremiaban a marcharme, hasta que
dijiste de salir de allí que ese lugar no te estaba sentando muy bien, y que necesitabas
un cigarrillo, y que me invitabas a fumar. Luego mucho más tarde, te hablé de
una habitación pequeña, como si se tratase de la de un hotel, y tan solo
tuvimos que pactar un trato, se tratará únicamente de sexo y estará prohibido
enamorarnos.
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