Una mano que creía la tuya
acaricia un gato negro y lo transforma en una pantera, sigo leyendo el cuento
de hadas como me dijiste y el barman me mira con malos ojos porque hace tiempo
que había dado por clausurado aquel antro, le hablo del alba y de lo que espero
tras esa puerta que es el amanecer y me dice que le importa un comino, pero más
allá de secar vasos con un paño y recoger mesas y sillas (por supuesto
expulsarme con sus ojos) no sabe como echarme. No sé porque tan solo me
ronroneas cuando eres pantera.
Saludos y gracias
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