DE TU SEROTONINA Y LA MÍA



Tú te dirigías hacía los juzgados, yo o él que éramos la misma persona dependiendo desde la cercanía que nos vieses y si el trato requería formalidad o informalidad sin descontar que también era una variable en que día de la semana nos encontrábamos,  bebíamos tequila con tus gatos sentados en el alfeizar de la ventana y observábamos por primera vez que en el calendario que estaba colgado de la pared de la cocina no existía ningún día de la semana.

¿Qué fue de los días que salíamos a pasear cogidos de la mano y besábamos los edificios que tenían pensado derrumbar o cuando perdíamos el control que era muy frecuente y nos acercábamos a los puentes para medir y estudiar tan seriamente como quien prepara su gran obra la distancia que nos llevaría hasta abajo y tocar fondo?

Surgía la gran pregunta habrá algún gran pez esperándonos como le ocurrió a pinocho.

Desde que te fuiste a los juzgados a reclamar al juez la serotonina que opinabas (sin ninguna duda por mí parte) que te habían secuestrado detrás de ese cubículo procesando datos ocho horas cada día de lunes a viernes durante lo que sería la suma de seis embarazos consecutivos y no volviste porque no solo dejaron de escucharte sino decidieron en contra de tu voluntad donde podías o dejabas de poder ir.

Para amortizar tu recuerdo hay días que rebusco por el armario los vestidos que más te gustaban, y me disfrazo con alguno de ellos delante del espejo y no me gusta lo que me encuentro, demasiado pelo sin peinar en las piernas y los tobillos los tengo hinchados por mala circulación y los ojos desde que te marchaste y no te dejaron volver muestran pocas ganas de vivir.

Por eso mientras te mantienen en silencio y encerrada como un pájaro dentro de una jaula he decidido que para resolver todas las dudas que tengo con Dios no hay mejor forma que ir este domingo en pelota picada (aunque haga frío) a la iglesia y allí entre unos tragos de vino y unas tapitas de hostias consagradas tal vez se resuelvan todas las dudas existenciales que escribíamos en un bloc aquellos días tan lejanos cuando todavía no nos habían robado la serotonina.

Saludos y gracias  

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