Para le dijo ella. Lo siento,
he tenido un momento de inspiración, le dijo él. Ella sonrió sin mostrárselo a
él y volvió a sus papeles, a lo que tenía que hacer con urgencia para mañana
por la mañana, pero quería su distracción, que volviera a apartar su pelo hacía
un lado y le volviese a besar por el cuello y una de sus manos se resbalase por
su escote acariciando sus suaves pechos. Para. Pero no deseaba que lo hiciese,
quería que continuase, que no escuchase a sus palabras sino tan solo hiciera
caso al diagnostico obvio de lo que anhelaba en ese momento su cuerpo. Así lo
hizo él, sin titubear lo más mínimo, le dio la vuelta a la silla, la levantó y
la puso de pie, la sentó sobre la mesa tirando, desordenando los papeles, confundiéndolos,
ella llevaba tan solo una camisa y él puso sus manos por debajo a la altura de
la cintura, le quitó las bragas, se besaron, él se quitó el pantalón, y ella
olvido sin importarle lo más mínimo lo que tenía que hacer, y le respondió desde
su cuarto, no dejes de escribir, no dejes de escribir, desde su cuarto,
mientras continuaba leyendo la pantalla del ordenador y sus dedos encontraron
en ella misma el placer que escondían aquellas letras de algún lugar
desconocido.
Saludos y gracias
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