Unas manos se deslizan por una
guitarra sacando acordes y composiciones a ratos alegres otras veces más tristes
a la vez que una pelota rueda por el suelo mientras unos niños desnudos por el
hambre juegan con ella y se ríen, contenedores de basura y farolas forman las
porterías, alrededor de ellos hay un perro que ladra porque quiere el balón
para ser el mayor goleador de esa tarde de agosto. Una dulce muchacha con un
vestido de verano los observa y aquello le produce paz. Le llega la música y le
recuerda que a veces perdemos en la memoria los nombres de las personas que más
nos quisieron.
Saludos y gracias
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