Iba tan borracho que me metí
en una caja de cartón pensando que haciéndole agujeros para respirar sería lo
suficiente para que me llevase a otro planeta. Se abrió la grieta y debajo lo
que vi no me asusto, todo lo contrario era fácil echar todo lo que me hacía
sentirme mal. En la caja olía a meado, y a muchos fines de semanas etílicos. No
era un buen lugar para cambiar de ecosistema. Siempre la duda realmente estuvo
en esa caja de música si decidía abrirla recibiría la abundancia que llevaba
tanto tiempo soñando a cambio de una muerte al azar. La calle al salir para
respirar se ha llenado de cajas de cartón y una de ellas contiene música para
toda una eternidad.
Saludos y gracias
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