Sentados en un rincón de un
bar, afuera llueve o es muy probable, también es posible que ya se hayan
terminado las horas de servidumbre (que se registran en los horarios laborales
que marcan edificios de hormigón) y recuerdo como me recetaban cuando no sabía
qué hacer con mi futuro que fuese abogado, ingeniero, banquero, informático o
funcionario. Tal vez porque sea uno de los eslabones perdidos de la cadena de
montaje aquello nunca me convenció, tan solo traté de explicarles que creía que
no sabían mucho sobre algunos aspectos importantes de la vida, por eso aquí
sentados en un rincón de un bar, tomando unos brebajes que acompañan a tratar
de adivinar el sentido de la felicidad, dejando muy lejos la instintiva necesidad
de sobrevivir, creo que no sé si de tantas cosas que nos hemos dicho, entre
ellas ha estado que creo que afuera llueve. Lo cierto que no es importante, el
caso que una vez alcanzado ese momento en el cual ya hemos hablado lo
suficiente pero quiero seguir estando a tu lado, como decirte que ahora lo más
apropiado sería besarte.
Saludos y gracias
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