TU NOMBRE PRONUNCIADO EN VOZ ALTA



Una caja de condones en lugar de una caja de zapatos, un paquete de cerillas, unas gafas de sol con los cristales sucios, y un adiós. Tan solo os prometisteis que si algún día alguno de los dos se despertase donde fuese o con quien fuese nombrando en voz alta el nombre del otro que a quien le sucediese iría en su búsqueda.

Lo primero que deseó fue tener a mano un coche, una guitarra, e irse a recorrer carreteras secundarias, desconocidas, sin rumbo alguno, que el propio trayecto se lo fuese enseñando poco a poco, o comprar un billete de avión para perderse por algún lugar lejano elegido al azar en un atlas. Pero no tenía ni carnet de conducir, ni sabía tocar ningún instrumento y en esos momentos no tenía dinero suficiente para comprarse ningún billete de avión. Así que simplemente sucumbió al paso de los días y al desagüe de la rutina que momifica.

La conoció como se conocen a las personas, en ese punto de la gráfica de la causalidad donde conectan la x y la y. Desde el principio les resultó fácil entenderse, esa agradable sensación que no únicamente te puede proporcionar alguien, si no también uno mismo aunque esto a veces lleve muchos kilómetros de andar cuestas hacia arriba, descensos vertiginosos, llanos con curvas, diferentes direcciones que elegir, y algunos tramos mal asfaltados. Supieron sin decírselo que podían correr el hermoso riesgo de acabar queriéndose más pronto de lo que el miedo a ello pudiese controlar. Él le narró todo el mapa, cofres del tesoro y callejones perdidos de su vida. También sobre playas vírgenes sin hacer más que quedarse quieto y disfrutar. Pero jamás le dijo nada sobre ti. Cuando mejor estaban, cuando todo deja de ser una incertidumbre constante, dando paso a un dulce equilibrio estable que hace borrar de la memoria todos los fatalismos y abismos que obstaculizan seguir el camino para ir encontrando lugares y situaciones mejores. Una mañana sin razón alguna despertó pronunciando tu nombre en voz alta, y a pesar de que era feliz, eran felices, había hecho una promesa y sabía que se tenía que marchar.

Saludos y gracias

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