El portero tenía un aire a
James Stewart. Tú querías que pidiésemos un chino, una botella de vino blanco y
me decías compañero después comprobemos si somos o no cuerpos de barro. La
hierba liada con papel y la llama del mechero enseñando la estrella polar. Tus
piernas desnudas reposando encima de las mías y hablábamos sin parar hasta que
llamaban al timbre con ansias y unos billetes sueltos hacían de trueque por la
comida que cubríamos con satisfacción con salsa de soja. Como olvidarlo,
siempre te pedías dos rollitos de primavera. Seductor era el juego de miradas y
silencio que creábamos con los códigos que improvisábamos, eran esas noches que
eran solo para nosotros cuando no sé si conscientes de ello o no pero era
cuando resultaba hermoso vivir, mientras siempre que nos cruzábamos con el
portero con ese aire a James Stewart nos decía que alegría da veros porque
parecéis tan felices y tú le dabas dos besos y yo le daba las gracias.
Saludos y gracias
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