Cuando baila así me
columpiaría en sus caderas. Lo sabe el saxofonista, el pianista, el batería y
el contrabajista. Tener o no tener, como decírselo en blanco negro. Como
escribirlo en un guante y dejárselo para que luego lo recoja y le intrigue
buscar el otro par. Dos directamente suman más que un uno desesperado en otro
uno. Si se excede en planificar su vida y escasear su improvisación, aunque tenga
esas caderas en las cuales me balancearía pernoctando con el dulce sabor del
placer, no merece la pena arrastrarse detrás de ella, la música está puesta y
si quiere el dibujo de un trébol de tres hojas dentro de un corazón que le
pregunte por ejemplo al triangulista en que desconocido puede encontrar la
respuesta que le lleve a las antípodas.
Saludos y gracias
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