Si te abres al sentimentalismo
de mensajes cortos de móvil sufres, como si te cayese encima la espada de Damocles,
como si un helicóptero te rozase con una de sus aspas. Quieres hacerlo. Te lo
dice una llamada violenta que nace dentro, que parece que diga busca ese número
y mándale eso. Hazlo. Te hará sentirte bien. Sí, cierto. Pero se tienen que dar
las variables que has dejado en otras manos (error de apreciación, fallo en el
sistema, urgente resetear) si no... Luego llega la lenta tortura, el volverlo a
leer, el preguntarse porque una vez más te repites "en el infierno se puede
ser feliz" y lo evocas. Eso es degollarse. Tú eres tu propio lobo y
cordero.
¿Ya has visto Charlie que
cerca se está de la locura? Igual que el viento, hoy sopla frío mañana
caliente. Te lo tengo dicho no te regocijes ni en el mal ajeno ni el propio.
Déjalo estar... Sal por la puerta y la próxima vez que te pares, que suene el
móvil, que marques, que escribas, que hables (mejor si callas posiblemente) sin
explicaciones. Si todo va bien no hace falta recurrir a diagnósticos, a pronósticos,
a mover fichas por el tablero de ajedrez sin estrategia. Únicamente que no se
ahogue el rey. El rey no es nadie. Tú, Charlie eres más que el rey.
Lo sé Charlie, lo sé... Qué
fácil es ir y abrir la puerta de una fábrica abandonada y crear desgracias
propias, ajenas, pero al final son propias. Qué triste sistema de producción...
Además de contraproducente por su alto riesgo de contagio. Así al final llegará
la escasez, la idiotez, el absurdo, el dolor, el mal de entrañas, la violencia
y las ganas de... Charlie la señora del semáforo dice que tiene una amiga para
ti, no entiendo nada... ¿Quién está más loco de los dos? ¿Se ha abierto al
sentimentalismo fugaz y terrible que te hace descender al infierno? ¿O era una
de las variables que faltaban en la ecuación?
Saludos y gracias
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