ESO ERA... ¿TODO?



No haré nada que tú no quieras. Esa era la base. El asentamiento donde todo debía comenzar y recomenzar cuando las cosas se torciesen, o nos sintiésemos perdidos. Abandonados. Extenderemos nuestras manos hasta abrazar todo lo que ahora no ves, y quieras ver, todo lo que imaginas antes de que nos hagamos viejos. Esa era la promesa. Plantaremos un árbol que nos recuerde que las cosas no tienen porque ir deprisa, que el tiempo es menos finito cuanto más pausado y más adentro se vivan los momentos. Esa era la idea. Nos bañaremos en los ríos, en las charcas de los renacuajos, en los mares, en los lagos. Esa era la intención. Porque el agua nos recordaría que somos movimiento, una única identidad moldeada por dos individualidades, ya que nuestros cuerpos nos repetirían constantemente que somos únicos, casi intocables. En la esencia. En su maduración.

Eso era... ¿todo? No importa, realmente nunca importó ni el lugar, ni el inicio, ni el final, ni la distancia que pudo haber existido ni la que nos separase una vez enterrados, porque lo que hubo entre nosotros lo descubrimos ahora con palabras (antes fue sin palabras) después de que nos hayan diagnosticado muertos, y nosotros nos sintamos tan vivos por tener infinitas oportunidades de saber que no hace falta retomarlo porque jamás lo dejamos o dejaremos aunque diese o dé esa impresión.

Saludos y gracias    

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