EL COLUMPIO



Somos sombras de nosotros mismos (menos caricaturas y más pasear despacio, si hace falta despacio, pero siendo parte del movimiento de las hélices de los molinos). Me adentro en ese triple salto dibujado en la orilla del abismo, tú columpiándote e invitándome a escupir los últimos aleteos de las historias que ya empezaron a asustarnos cuando comenzamos a perder la inocencia. Subidos en el columpio, importante.

No lo olvides.

Cuando se abren las ventanas no puedo evitar estúpidamente imaginarte desnuda con expresión de jugamos al intruso (yo mismo) no se me ocurre otra variante que aleje las ganas de matar, la coyuntura de barruntar el exceso del peligro, y el darlo todo por perdido por ir contratodo. Quizás por eso en una sabana al borde de las últimas expresiones que anuncian una hecatombe, barrita un elefante al lado de un columpio que se ha quedado oxidado.

Saludos y gracias    

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