Diría el hombre imperdible:
me gustan los flecos de tu vestido de verano.
He encontrado dinosaurios en una lámpara de hielo. En el
insomnio de revoluciones que nunca acaban de encontrar su destino. Tú bajabas
las escaleras para escapar del estudio y el dolor de cabeza, y en un vaso azul
estaba esa expresión "oh!, que bien le sientan a tus piernas ese
vestido". Si no me paras, te confieso que me colaría en tu apartamento sin
que te lo esperases.
Hay un rumor que dice que si juegas a mi rayuela
descubrirás que no hay frontera que marque mis sueños, sigue los números. Te
amaré, dalo por supuesto, como una vertiente en la brecha donde las mariposas
no se quemarán volando al borde de una hoguera, y las mañanas serán unos pies
dejando huellas buscando lo que nos merecemos.
Saludos y gracias
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