Esas horas del día que solo se
oye ladrar algún perro, los primeros ruidos de motores que les pone en marcha
su dosis de gasolina, cuando las personas aún no son personas y callan y
únicamente andan con prisas a sus lugares de trabajo. Antes, mucho antes, de
que ocupen las terrazas y las llenen de cansancio, de palabras, de hoy he hecho
esto mañana tendré que hacer esto otro... ¿Y tú qué tal? Y nadie escucha y se
tiene la necesidad de hablar, la urgencia de ser escuchado.
Esas horas del día que alguna
vez ocurrirá que no habrá prisas, no habrá una hora que obligue a empezar eso,
o aquello, que simplemente estarás ahí de pie, con una taza de café entre las
manos, descalza, con una camisa mía mal abotonada, que me sonreirás y no me
preguntarás porque te miro así como te miro porque es lo que llevas tiempo
deseando, que solo tenga ojos para tus piernas desnudas, para el contorno de tu
escote, y será cierto, habrá que apretar el dentífrico para que en el cepillo
haya lo suficiente para lavarse la boca. Solo con eso, engañaremos a la vida y
será todo un hermoso juego.
Saludos y gracias
No hay comentarios:
Publicar un comentario